martes, 1 de diciembre de 2009

Un atardecer

La tarde languidecía cuando tomamos la rambla,
en el coche recorrimos lentamente la ciudad,
el sol en el horizonte jugueteaba con colores
mientras lento se escondía a lo lejos en el mar.

No sé que duende tocó los confines de tu mente,
sé que tus dedos jugaban con la piel de mi entrepierna,
yo disfruté tus caricias y detuve el coche en la orilla
y mirándome a los ojos corriste el cierre del jeans.

Con delicada premura procuraste tu deseo,
tu mano envolvió mi sexo y nos fundimos en besos,
luego fuiste hacia el altar y brindaste con tu boca,
el mas placentero abrazo de tu deseo y el mío.

Dejé mi mente volar entre tus suaves caricias,
tu goce incitó mi gozo y me entregue a tus caricias,
mi mente no controlaba las sensaciones vividas
y libaste de mis entrañas el elixir del amor.

Nos quedamos abrazados, nos besamos, suspiramos,
encendí de nuevo el motor y sin planearlo siquiera,
volvimos a nuestro hogar, como dos enamorados,
y nos dejamos llevar por tu deseo y el mío.







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