martes, 9 de marzo de 2010

Mi vida




Subido a éste tren que jamás se detiene,
observo el camino, pasar y pasar,
el vidrio empañado me impide mirar,
aquellos colores que se que ella tiene.

Mi fiel compañera sentada a mi vera
provoca mi llanto, debido a mi suerte,
tan fría y callada como la misma muerte
me grita que fue, mi jovial primavera.

Es la soledad que se ha unido a mi vida,
como una condena, como maldición,
el tren continúa, no tiene estación,
y mi desencanto no tiene medida.

Si entorno los ojos aún veo el ayer,
detrás de la niebla distingo un paisaje,
que yo disfrutaba iniciando este viaje,
pero allí existen cosas que no quiero ver.

Entonces insisto en mirar hacia afuera,
veo entre la niebla, la vida pasar,
y yo aquí sumido, en constante pesar,
hoy ya ni recuerdo, quien soy ni quien fuera.